Me dijiste: 'Estoy demasiado quebrado. Problemas en casa. No quiero hablar con nadie y si te veo termino hablándote. No es tu culpa."
Si hubiéramos vivido en otra época me hubieras mandado un telegrama de renuncia. Yo lo acepté con un tono 'si necesitás algo sabés donde encontrarme'.
Me pregunto si alguna vez me quisiste.
Estoy demasiado triste como para preocuparme.
Sería motivo de orgullo poder aceptar telegramas de renuncia incluso cuando no se nos han enviado. En cambio, solo nos entra tristeza, así somos.
ResponderEliminarTe echaba de menos por aquí, larga espera. :)