domingo, 10 de noviembre de 2013

58

Dejaste de hablarme porque estabas demasiado triste.
Me dijiste: 'Estoy demasiado quebrado. Problemas en casa. No quiero hablar con nadie y si te veo termino hablándote. No es tu culpa."
Si hubiéramos vivido en otra época me hubieras mandado un telegrama de renuncia. Yo lo acepté con un tono 'si necesitás algo sabés donde encontrarme'.
Me pregunto si alguna vez me quisiste.
Estoy demasiado triste como para preocuparme.

1 comentario:

  1. Sería motivo de orgullo poder aceptar telegramas de renuncia incluso cuando no se nos han enviado. En cambio, solo nos entra tristeza, así somos.

    Te echaba de menos por aquí, larga espera. :)

    ResponderEliminar

Sé que tenés algo que decir, todos tienen algo que decir.
Contame, no me gusta hablar sola.